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17/10/2022

Entrevista a Jeffrey Sachs: acabar con la guerra por delegación en Ucrania o enfrentarse al "Armagedón". Hay que negociar de una vez

 

Traducido por Miguel Álvarez Sánchez, Tlaxcala, a partir de la traducción al alemán de NachDenSeiten, un poco acortada

Esta es una declaración clave de Jeffrey Sachs en una entrevista para Grayzone el 10.10.2022 con los periodistas usamericanos Aaron Maté y Max Blumenthal. Sachs es director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. Los pasajes especialmente interesantes están en negrita para una vista general rápida.

Maté:

El presidente Zelenski pidió recientemente ataques preventivos contra Rusia, aunque un portavoz se retractó posteriormente y dijo que se refería a sanciones preventivas. Entretanto, Biden habló de que el mundo se enfrenta al Armagedón por primera vez desde la crisis de Cuba y al mismo tiempo dijo que Putin hablaba en serio cuando dijo que utilizaría armas nucleares biológicas, químicas y tácticas, aunque yo personalmente no he oído a Putin decir eso.

¿Cómo interpreta esta recargada retórica, cree que le interesa seriamente a USA una salida a la escalada en este momento?

Sachs:

Esta es una guerra entre Rusia y USA. No sabemos exactamente cuántos soldados usamericanos hay en suelo ucraniano, pero sí sabemos que USA está financiando armas para Ucrania y proporcionando al país información de los servicios secretos. Así que hay dos bandos enfrentados con unas 1.600 armas nucleares en una guerra de extraordinaria importancia para Rusia, sobre la que USA ha dicho hasta ahora que haremos todo lo posible para infligirle una derrota.

Sin embargo, hay una salida que es abiertamente obvia: Que la OTAN diga que no aceptamos a Ucrania en la OTAN. Y punto. Esta solución habría evitado la guerra y le habría puesto fin ya en marzo, cuando Rusia y Ucrania, con la mediación de Turquía, estaban cerca de una solución y lo dijeron públicamente.

Muchos de nosotros creemos que USA ha impedido este acuerdo negociado. Nunca sabemos realmente lo que ocurre en nuestro gobierno porque no dice la verdad.

Creo que la ampliación de la OTAN es un objetivo muy arraigado en USA que se remonta a principios de la década de 1990. Desde entonces, Rusia ha rechazado este objetivo con la misma determinación.

Putin también lo dejó muy claro a finales de 2021: la neutralidad de Ucrania es mi línea roja. En ese momento llamé a la Casa Blanca y dije: la neutralidad sería lo adecuado para ambas partes. Pero la Casa Blanca insistió en que Ucrania tenía derecho a entrar en la OTAN. Pero mantengo mi posición: debe haber negociaciones. Por cierto, Zelenski no puede dirigir las negociaciones con Putin. Porque esta es una guerra entre los USA y Rusia. Aquí es donde los presidentes usamericano y ruso deben hablar directamente entre sí.

Maté:

Zelenski también ya ha descartado negociar con Rusia mientras Putin esté en el poder...

Sachs:

Estudié en detalle la crisis de Cuba. Justo al mes hace 60 años estuvimos al borde de la destrucción nuclear. Y en esta crisis una de las provocaciones fue que Castro dijo: Adelante, ataca -dirigido a Jrushchov- por lo que le instó a que lanzara un ataque preventivo. Tal y como lo exige ahora Zelenski. ¿Y cómo reaccionó Jrushchov? Dijo, ¿se supone que este es nuestro aliado que quiere el fin del mundo? Será mejor que negociemos rápido.

Estoy totalmente consternado por declaraciones como las de Zelenski. Lo malo es que USA le asegura a Ucrania un apoyo total y así también da carta blanca a esas declaraciones provocadoras.

Aquí hay un pequeño cuestionario:

Rusia controla la central nuclear de Zaporiyia, Ucrania. Le disparan. Entonces, ¿quién está disparando? Nuestros medios de comunicación dicen: ¡Oh, eso no lo sabemos!

Es evidente que no pueden sumar uno más uno y llegar a la conclusión: Hm, si Rusia controla la central nuclear, ¿entonces tal vez no dispare contra la propia central nuclear a la par?

Es casi seguro que Ucrania es responsable de esto. Y sin embargo, no nos atrevemos a decir esta sencilla verdad. Dejamos que Ucrania prosiga impunemente en lugar de decir: ¡Basta ya! Ni siquiera conseguimos hacer esta exigencia. Este es el problema.

Estamos azuzando a Ucrania contra Rusia. De esta manera arriesgamos un Armagedón. Esto es un error gigantesco de este gobierno.

Tengo 67 años y he sido testigo de muchas guerras usamericanas: Vietnam, Laos, Camboya, Nicaragua, Irak, Siria, Afganistán, Libia, Yemen y más. Es tarea del presidente de USA poner el freno. Porque este país es una máquina de guerra. Esto no es un deporte para espectadores, va de vida o muerte. El presidente tiene que evitar la destrucción del mundo.

Blumenthal

Dice usted que se trata de una guerra entre USA y Rusia. Importantes representantes usamericanos llevan tiempo pidiendo que se ponga fin a Nordstream 2. ¿Quién cree que es el responsable de los atentados que han tenido un enorme impacto en la economía alemana?

Sachs:

No estuve allí, pero creo que los usamericanos volaron Nordstream. Biden ya dijo en febrero: si Putin invade, se acabó Nordstream 2. A la pregunta de una periodista sobre cómo se va a llevar a cabo eso, se limitó a decir: «Tenemos nuestros medios y formas.»

Así pues, ¿quién vigila el espacio aéreo, quién tiene los medios para llevar a cabo un ataque de este tipo, quién ha anunciado ya que impedirá el gasoducto, y quién, tras el sabotaje, habló de una gran oportunidad para que USA desvincule a Europa del gas ruso para siempre? Los periodistas experimentados me dicen: por supuesto que fue USA. Pero esta constatación no aparece en nuestras noticias.

06/10/2022

SERGIO RODRIGUEZ GELFENSTEIN
El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época


Sergio Rodríguez Gelfenstein, 6/10/2022

Durante mi reciente visita a Argentina y Uruguay, las instituciones auspiciantes de mi viaje organizaron una gira en la que hubo 14 presentaciones del libro “La OTAN contra el mundo” que escribimos junto a Jorge Elbaum. Así mismo, se realizaron 7 charlas y conferencias sobre el tema. En no pocas de ellas, los asistentes reiteraron la consulta acerca de por qué el libro tiene el subtítulo que ahora uso en este artículo: “El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época”, y pedían que se abundara sobre el asunto.

 

1º edición
Páginas: 160
Tamaño: 16 x 23 cm.
Precio: AR$2400.00.- / U$S15.00.

Comprar libro (papel/ebook)

Precisamente, para Jorge y para mí, fue prioritario dar a conocer en el libro algunos apuntes que explicaban porque habíamos llegado a la conclusión de que más allá de los resultados que se obtuvieran del desarrollo bélico del conflicto, en realidad lo más trascendente era que la principal consecuencia de éste era la verificación del inicio de aquel cambio de época del que hablara el expresidente ecuatoriano Rafael Correa hace unos años atrás.

De la misma manera, asumimos que esta consecuencia era la que le daba carácter global a la confrontación, toda vez que sus secuelas iban a impactar en todo el planeta. Así, el trance era mucho más que un enfrentamiento de Ucrania contra Rusia e incluso de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.

En este sentido, a diferencia de la segunda guerra mundial cuando Estados Unidos esperó hasta el final por una debacle de la Unión Soviética frente al ejército nazi antes de irrumpir a mediados de 1944 cuando era indiscutible y categórico el resultado final del conflicto tras la victoria soviética en Stalingrado en febrero de 1943, ahora el “nuevo Desembarco de Normandía” expresado como apoyo al golpe de Estado en Ucrania en 2014, fue el detonador de una guerra de expansión que ya dura 8 años.

En el transcurso, Estados Unidos no sólo apoyó el exterminio de la población ruso parlante del este de Ucrania, sino que cooperó en el descabezamiento de las fuerzas armadas de ese país para transformarla en un órgano de ejecución bajo mandato de las organizaciones nazis que, con el apoyo del gobierno de ese país, comenzaron la “otanización” de ese componente armado para convertirlo en un ariete de la expansión de la OTAN, estructura militar terrorista que amenaza a toda la humanidad.

La obligada respuesta rusa en salvaguarda de la integridad física de los habitantes de los territorios oprimidos agregó además como objetivos la desnazificación y la desmilitarización de Ucrania, emulando de esa manera los objetivos acordados por las potencias triunfantes en la segunda guerra mundial respecto de Alemania, cuando se reunieron en la ciudad alemana de Potsdam entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945.

Al finalizar el evento, el presidente de Estados Unidos se apresuró en regresar a Washington para -tan solo 4 días después- ordenar el lanzamiento de dos bombas atómicas en las inertes ciudades de Hiroshima y Nagasaki cuando ya Japón se había rendido. De esa manera, subordinó -por vía del hecho más horrible acontecido en la historia de la humanidad- al imperio japonés rendido y desarmado, que hasta hoy ha permanecido acoplado al dispositivo militar y político de Estados Unidos.

29/09/2022

JOHN PILGER
En Ucrania, USA nos está arrastrando hacia una guerra con RusiaUn artículo de 2014 más actual que nunca

John Pilger, The Guardian, 13/5/2014
Traducido por
Miguel Álvarez Sánchez, editado por Fausto Giudice, Tlaxcala

 

¿Por qué toleramos la amenaza de otra guerra mundial en nuestro nombre? ¿Por qué permitimos mentiras que justifican este riesgo? La magnitud de nuestro adoctrinamiento, escribió Harold Pinter, es un «acto de hipnosis de gran éxito, brillante e incluso ingenioso», como si la verdad «no se produjera ni siquiera mientras se produce».

Un activista prorruso con un casquillo y un paquete de comida de fabricación usamericana que cayó de un vehículo blindado del ejército ucraniano durante un ataque a un control de carretera el 3 de mayo de 2014 en Andreievka,  óblast de Zaporiyia, Ucrania.Foto: Scott Olson/Getty

 

Cada año, el historiador usamericano William Blum publica su «resumen actualizado del historial de la política exterior de USA», que muestra que, desde 1945, USA ha intentado derrocar a más de cincuenta gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente; ha interferido indecentemente en las elecciones de treinta países; ha bombardeado a la población civil de 30 países; ha utilizado armas químicas y biológicas; y ha intentado asesinar a líderes extranjeros.

En muchos casos Gran Bretaña ha sido un colaborador. El grado de sufrimiento humano, por no hablar de la criminalidad, es apenas reconocido en Occidente, a pesar de contar con las comunicaciones más avanzadas del mundo y el periodismo supuestamente más libre. Que las víctimas más numerosas del terrorismo - «nuestro» terrorismo- sean musulmanes, es algo indecible. Se suprime que el yihadismo extremo, que condujo al 11-S, fue alimentado como arma de la política angloamericana (Operación Ciclón en Afganistán). En abril, el Departamento de Estado de USA señaló que, tras la campaña de la OTAN en 2011, «Libia se ha convertido en un refugio terrorista seguro».

El nombre de «nuestro» enemigo ha cambiado a lo largo de los años, desde el comunismo hasta el islamismo, pero en general se trata de cualquier sociedad independiente del poder occidental y que ocupa un territorio estratégicamente útil o rico en recursos, o que simplemente ofrece una alternativa a la dominación usamericana. Los líderes de estas naciones obstruccionistas se suelen apartar violentamente, como los demócratas Muhammad Mossedeq en Irán, Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en Chile, o son asesinados como Patrice Lumumba en el Congo. Todos son objeto de una campaña de vilipendio por parte de los medios de comunicación occidentales: pensemos en Fidel Castro, Hugo Chávez y ahora Vladimir Putin.

El papel de Washington en Ucrania sólo es diferente en sus implicaciones para el resto de nosotros. Por primera vez desde los años de Reagan, USA amenaza con llevar al mundo a la guerra. Con el este de Europa y los Balcanes convertidos en puestos militares de la OTAN, el último «Estado tapón» fronterizo con Rusia –Ucrania– está siendo desgarrado por las fuerzas fascistas desatadas por USA y la UE. Nosotros, en Occidente, apoyamos ahora a los neonazis en un país donde los nazis ucranianos apoyaron a Hitler.

Después de haber ideado el golpe de Estado en febrero contra el gobierno democráticamente elegido en Kiev, la toma de la histórica y legítima base naval rusa libre de hielo en Crimea planeada por Washington fracasó. Los rusos se defendieron, como lo han hecho contra todas las amenazas e invasiones de Occidente durante casi un siglo.

Pero el cerco militar de la OTAN se ha acelerado, junto con los ataques orquestados por USA contra los rusos étnicos en Ucrania. Si se puede provocar a Putin para que acuda en su ayuda, su preconcebido papel de «paria» justificará una guerra de guerrillas dirigida por la OTAN que probablemente se extienda a la propia Rusia.

En cambio, Putin ha confundido al partido de la guerra buscando un acuerdo con Washington y la UE, retirando las tropas rusas de la frontera ucraniana e instando a los rusos étnicos del este de Ucrania a abandonar el provocador referéndum del fin de semana. Estos pueblos rusófonos y bilingües -un tercio de la población de Ucrania- llevan mucho tiempo buscando una federación democrática que refleje la diversidad étnica del país y sea a la vez autónoma de Kiev e independiente de Moscú. La mayoría no son ni «separatistas» ni «rebeldes», como los llaman los medios de comunicación occidentales, sino ciudadanos que quieren vivir con seguridad en su patria.

Al igual que las ruinas de Irak y Afganistán, Ucrania se ha convertido en un parque temático de la CIA, dirigido personalmente por el director de la CIA, John Brennan, en Kiev, con docenas de «unidades especiales» de la CIA y el FBI que establecen una «estructura de seguridad» que supervisa los salvajes ataques contra quienes se opusieron al golpe de Estado de febrero. Vea los vídeos y lea los informes de los testigos de la masacre de Odessa de este mes. Los matones fascistas traídos en autobuses quemaron la sede del sindicato, matando a 41 personas atrapadas en su interior. Mire a los policías en espera.

Un médico describió cómo intentaba rescatar a la gente, «pero me detuvieron los radicales nazis pro-ucranianos. Uno de ellos me empujó bruscamente, prometiendo que pronto yo y otros judíos de Odessa correríamos la misma suerte. Lo que ocurrió ayer ni siquiera tuvo lugar durante la ocupación fascista en mi ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. Me pregunto por qué el mundo entero guarda silencio».

Los ucranianos de habla rusa luchan por sobrevivir. Cuando Putin anunció la retirada de las tropas rusas de la frontera, el secretario de defensa de la junta de Kiev, Andriy Parubiy -miembro fundador del partido fascista Svoboda- se jactó de que los ataques contra los «insurgentes» continuarían. Al estilo orwelliano, la propaganda en Occidente ha invertido esto en que Moscú «intenta orquestar el conflicto y la provocación», según William Hague, el secretario británico de Asuntos exteriores. Su cinismo se corresponde con la grotesca felicitación de Obama a la junta golpista por su «notable moderación» tras la masacre de Odessa. La junta, dice Obama, está «debidamente elegida». Como dijo una vez Henry Kissinger: «Lo que cuenta no es lo que es verdad, sino lo que se percibe como verdad».

En los medios de comunicación usamericanos la atrocidad de Odessa se minimizó, calificándola de «turbia» y de «tragedia» en la que «nacionalistas» (neonazis) atacaron a «separatistas» (personas que recogían firmas para un referéndum sobre una Ucrania federal). El Wall Street Journal de Rupert Murdoch condenó a las víctimas - «Un incendio mortal ucraniano seguramente provocado por los rebeldes, según el Gobierno». La propaganda en Alemania ha sido pura guerra fría, con el Frankfurter Allgemeine Zeitung advirtiendo a sus lectores de la «guerra no declarada» de Rusia. Para los alemanes es una ironía conmovedora que Putin sea el único líder que condena el ascenso del fascismo en la Europa del siglo XXI.

Un tópico popular es que «el mundo cambió» tras el 11-S. Pero ¿qué ha cambiado? Según el gran lanzador de alertas Daniel Ellsberg, se ha producido un golpe de Estado silencioso en Washington y ahora gobierna el militarismo desenfrenado. El Pentágono dirige actualmente «operaciones especiales» -guerras secretas- en 124 países. En USA, el aumento de la pobreza y la pérdida de libertad son el corolario histórico de un estado de guerra perpetuo. Si añadimos el riesgo de una guerra nuclear, la pregunta es: ¿por qué toleramos esto?

 

 

08/09/2022

SERGIO RODRIGUEZ GELFENSTEIN
Ucrania: ¿una guerra en minifaldas?

 Sergio Rodríguez Gelfenstein, 8/9/2022

Aunque sea insuficientemente conocido, tal vez haya pocos científicos sociales que hayan teorizado tanto y tan bien sobre la guerra como Vladimir I. Lenin. Al estudiar la primera guerra mundial dijo que: “el proletariado lucha y luchará siempre indefectiblemente contra la guerra, pero sin olvidar ni por un momento que solo podrá acabarse con las guerras cuando se acabe totalmente con la división de la sociedad en clases…”. El líder soviético también enseñaba que: “En la guerra vence quien dispone de más reservas, de más fuentes de fuerza, de mayor apoyo en el seno del pueblo”.

Manifiesto socialista de Zimmerwald contra la guerra, septiembre de 1915: la guerra que ha provocado todo este caos es producto del imperialismo, de los esfuerzos de las clases capitalistas de cada nación para satisfacer su apetito por la explotación del trabajo humano y de los tesoros naturales del planeta… están enterrando, bajo montañas de escombros, las libertades de sus propios pueblos, al mismo tiempo que la independencia de las demás naciones.

De la misma manera, uno de los más brillantes estrategas militares contemporáneos, el general vietnamita Vo Nguyen Giap exteriorizaba que las victorias en los combates estaban estrechamente vinculadas con “la producción, la comunicación, el transporte, las actividades culturales, sanitarias y otras”. Así, el general Giap consideraba que la victoria multilateral […] es el resultado de la lucha heroica de todos los compatriotas en todas las ramas, servicios y regiones que dedicaron sus prodigiosos esfuerzos, desafiaron bombas y balas y superaron innumerables dificultades”.

Es necesario comprender entonces, que el fenómeno de la guerra es muy complejo, sobre todo porque el factor subjetivo interviene de manera decisiva para forjar victorias cuando hay carencias o insuficiencias de los elementos materiales que configuran su aspecto objetivo.

En la modernidad, aunque los instrumentos tecnológicos juegan un papel cada vez más relevante, la herramienta principal y concluyente sigue siendo la del componente humano que participa en el conflicto. Por mucho que se haya desarrollado la técnica, el objetivo de la guerra sigue siendo el de ocupar territorios y eso solo es posible cuando los soldados de un ejército y los oficiales que los comandan toman posición efectiva del espacio geográfico.

Sólo el que haya participado en una guerra conoce la barbaridad que ella entraña, en el conflicto bélico se desata lo mejor y lo peor del ser humano, lo mejor porque la decisión de entregar la vida por algo en lo que se cree, rebasa cualquier análisis acerca de la subjetividad que pudiera motivar tal actuación. Por cierto, esto no es válido para mercenarios y asesinos a sueldo que solo combaten por el dinero y los emolumentos que pudieran obtener. Pero la guerra desata también lo peor de la condición humana que es la necesidad de matar para sobrevivir.

Es sabido que lo que distancia a un político común de un estadista es básicamente su capacidad para manejar exitosamente los elementos atingentes a la defensa y la seguridad, en primer lugar, ser capaz de dirigir a las fuerzas armadas; así mismo es básico poseer el genio y habilidad para conducir la política exterior y las relaciones internacionales. Lo otro, lo puede hacer cualquiera, sobre todo si está bien asesorado.  Tuve la posibilidad de conocer al comandante en jefe Fidel Castro, el mayor genio militar del siglo XX en América Latina y sé de lo que hablo.

Toda esta larga disquisición viene a cuenta de la dirección de la guerra en Ucrania y el elemento decisivo que significa la conducción y el mando estratégico en el conflicto que no sólo se desarrolla en el terreno bélico. De un lado, el presidente de Rusia, Vladimir Putin que ha dado muestras claras de su capacidad para manejar la guerra “como continuación de la política por otros medios”.


 No se puede decir lo mismo, de los que gestionan la guerra desde la otra trinchera. Cuando el jefe de la “diplomacia” europea Joseph Borrell afirma que el fin del conflicto se producirá en el terreno militar y posteriormente, en fecha más reciente asegurara que “Rusia ya ha perdido la guerra y está a la defensiva ante Kiev” a pesar que Rusia ya ha conquistado el 27,2% del territorio ucraniano - en los que por cierto, en buena parte de ellos, la vida transita hacia la normalidad bajo control de Rusia- nos damos cuenta que estamos ante niveles de ignorancia y estupidez muy peligrosos. Sobre todo, porque esta visión de los hechos conduce a decisiones profundamente erradas que traen como consecuencia el sacrificio innecesario de miles de soldados en función de intereses políticos ni siquiera vinculados a la retórica y la parafernalia tradicional de Occidente.

Cuando se observa sobre el mapa de operaciones militares, la reciente y muy cacareada “contraofensiva” ucraniana en el sur, cuesta pensar que tal acción fuera planeada por militares profesionales: una penetración en un sector de la defensa rusa dejando los flancos abiertos y avanzando en profundidad hasta hacer imposible para la logística poder cumplir su misión de garantizar los abastecimientos combativos necesarios para el éxito, presagiaban el desastre… y así fue: 152 tanques, 151 vehículos de combate de infantería, 110 vehículos blindados de combate, 56 camionetas blindadas, 17 vehículos especiales, 11 aviones caza de diferente designación y 3 helicópteros destruidos, y lo que es peor, 3100 soldados aniquilados entre el 29 de agosto y el 6 de septiembre es el saldo de esta locura, solo motivada en la necesidad de mostrar resultados para justificar la llegada y el incremento de ayuda occidental, aunque sea evidente que es una causa perdida. Vale decir que los medios de prensa occidentales se apresuraron masivamente a titular este desastre como “Victoria épica de las Fuerzas Armadas de Ucrania” engañando impunemente a sus lectores.

Mientras ello ocurre, el ejército ruso sigue centrando sus esfuerzos en recuperar el control de todo el territorio de Donestsk, manteniendo las regiones liberadas de las provincias de Kherson, Kharkov, Zaporozhye y Nikolaev. Al mismo tiempo, el presidente Putin, el ministro de defensa general Shoigú y el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia general Guerasimov, se trasladaron al extremo oriente del país para inspeccionar in situ la realización de las maniobras militares Vostok 2022 que se desarrollaron en siete polígonos y en los mares de Japón y de Ojotsk y en las que participan unos 50.000 soldados, más de 5.000 unidades de armamento pesado, 140 aviones y 60 buques de Rusia  además de Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Birmania, China, India, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Nicaragua, Siria y Tayikistán.

En el caso de la “ofensiva” ucraniana en el sur del país, los  líderes políticos (Zelensky, Biden, Johnson, Scholz, Macron, Borrell, Stoltenberg y compañía), que no saben nada de la guerra, le impusieron a las fuerzas armadas la obligatoriedad de una operación militar que desde su inicio no tenía las menores posibilidades de éxito y que costó la vida a 3100 jóvenes ucranianos que creían que se estaban inmolando por la Patria, cuando en realidad lo hicieron por los intereses comerciales de las grandes transnacionales energéticas y de armamento de Estados Unidos que están haciendo pingües ganancias con esta guerra.

La verdad viene dada en opiniones de expertos, ninguno de ellos amigo de Putin o de Rusia. Leamos lo que dicen algunos. Cuando la guerra recién comenzaba, en una larga entrevista realizada a Jacques Baud, coronel del ejército suizo, experto en inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU, ante la pregunta de ¿Cómo evalúa la ofensiva rusa?, contestó:Atacar a otro Estado va en contra de los principios del derecho internacional. Pero también se debe considerar el trasfondo de tal decisión. En primer lugar, hay que dejar claro que Putin ni está loco ni ha perdido el contacto con la realidad. Es una persona metódica y sistemática, es decir, muy rusa. Creo que era consciente de las consecuencias de su operación en Ucrania. Evaluó, obviamente con razón, que, si realizaba una operación "pequeña" para proteger a la población de Donbass o una operación "masiva" a favor de la población de Donbass y de los intereses nacionales de Rusia, las consecuencias serían las mismas. Entonces, fue a por la solución máxima”.

Por su parte, el martes pasado en un artículo para The Wall Street Journal el general de brigada de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Mark Kimmitt afirmó que: “Comenzar un acuerdo diplomático sería desagradable y tal vez aparentemente derrotista, pero hay pocas posibilidades de salir del atolladero actual, por lo que podría ser mejor comenzar las negociaciones ahora que más tarde”. Kimmitt recordó que la OTAN ya no puede hacer frente a la necesidad de mantener el ritmo de abastecimiento de armas a Ucrania, porque las fuerzas de ese país las pierden con demasiada frecuencia en el campo de batalla. El general estadounidense expuso que creía que la reducción de los suministros occidentales a Kiev tendría un efecto “desastroso” para el ejército ucraniano.

Finalmente, el general retirado y exsubsecretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Serhiy Krivonos mostró su consternación por las pérdidas “monstruosas”, del ejército de Ucrania que según él se cuentan por “decenas de miles, e incluso podría llegar a cientos de miles”. Al cuestionarse sobre las causas de esta situación y la negativa de hablar del asunto por las autoridades y los medios de comunicación occidentales, Krivonos manifestó: "Los cuentos de que ahora no es el momento de hablar de ello no es más que un intento de nublar la memoria, borrar la historia. ¿Pero cómo se puede borrar la sangre de los muertos, que ya van por cientos de miles? ¿Quién responderá por ello?".

Mientras ello ocurre, el Washington Post en un reporte del martes 6 de septiembre se vio obligado a decir que los militares ucranianos que participaron del intento de contraofensiva en la región Kherson en el sur del país, “se quejan de grandes pérdidas, falta de municiones y retraso tecnológico con respecto al ejército ruso”. El diario de la capital imperial citó a un soldado que dijo que casi todos sus compañeros en un total de 120 “resultaron heridos, muchos de gravedad”. Lo achacó a la necesidad de ahorrar munición, pero también afirmó que cuando disparaban “era difícil acertar por problemas con los sistemas de guiado de las armas antiguas”.  El Post concluye afirmando que “muchos combatientes de las Fuerzas Armadas de Ucrania dudan si el intento valió la pena [ante] tales pérdidas". 

Unos días antes que esto aconteciera en el campo de batalla, Zelensky junto a su esposa posaron para la revista Vogue, cuyo último titular fue: “Todas las tendencias en minifalda para este otoño e invierno 2022”. Tratar la guerra como si fuera un hecho banal y de la farándula y suponer que la muerte de tantos jóvenes quedará impune por la irresponsabilidad política de los líderes europeos, formará parte de las próximas crónicas que habrán de escribirse cuando concluya esta historia. Pero no creo que sean minifaldas las que van a usar los soldados ucranianos que combaten cuando se aproxima el temido invierno boreal.

 

06/04/2022

JORGE MAJFUD
Russia y la OTAN: el juego más peligroso del mundo


Jorge Majfud, 5/4/2022
Audio

Mientras por un lado los grandes medios de todo el mundo reproducen sin cesar las horrorosas imágenes de cientos de cadáveres desparramados en Bucha, Ucrania, por el otro atizan el fuego de una escalada bélica que puede llevarnos en meses al holocausto nuclear.



"¡Morid, cerdos imperialistas!"-Tasos Anastasiou, Grecia

Sea quien fuese quien cometió esa matanza (parece que lo más probable es que hayan sido los soldados rusos) quedará en los anales de la historia como un crímen imperdonable. Pero creo que el humo no deja ver el horizonte. No se ve de dónde venimos y, peor, no se ve a dónde vamos. Aunque lo he repetido en diferentes medios desde mucho antes de la guerra, equivocado o no, voy a insistir sobre esos dos lados del camino que el fuego no deja ver.

Comencemos por una pregunta simple y más inmediata: en lugar de continuar el inacabable, peligroso y conocidamente inútil juego de las sanciones arbitrales, ¿por qué no se imponen la obligación de negociar una resolución al conflicto entre Russia y la OTAN de una buena vez y antes de que sigan muriendo inocentes?

Una solución razonable sería la disolución de la OTAN a cambio de la retirada de Rusia de Ucrania, pero eso sería tachado de radical. Los dueños del negocio no negocian.

Hay muchas otras opciones, como la más obvia y pragmática, es decir, el estatus de neutralidad de Ucrania (con autonomía provincial del Dombas), que es por donde se debió comenzar en lugar de provocar a Rusia con integrar a Ucrania a la OTAN y desplegar misiles a cuatro minutos de Moscú.

La neutralidad o no membrecía de la OTAN ha sido desde siempre el caso de Austria, Finlandia, Suecia y otros países vecinos, algunos de los cuales acaban de manifestar la posibilidad de unirse a la OTAN, demostrando por dónde va el negocio de los viejos mercaderes de la guerra y demostrando, una vez más, que no sólo en América latina la lucha contra el comunismo no era otra cosa que la excusa perfecta para mantener el predominio geopolítico y proteger los intereses corporativos, de clase y de capitales.

¿Qué pretenden, aparte de expandir la militarización más y más en un mundo, ahora que se le ha acabado la excusa del comunismo y, más recientemente, del terrorismo islámico, el que solo en Afganistán dejó ocho billones de dólares de ganancias a las grandes empresas especializadas en “seguridad”?

¿Piensan que una Rusia rodeada por esa organización anacrónica y mafiosa de la OTAN haría de Europa y del mundo un lugar más seguro?

Hay que estar bajo los efectos del alcohol para olvidar que estamos hablando de una de las dos superpotencias atómicas e imaginar semejante estupidez. O semejante maldad del crimen organizado. Si realmente se tratase de “seguridad”, si realmente fuesen sinceros en eso de “el derecho a defenderse” que tienen los países, nunca hubiesen intentado quebrar este orden que, a juzgar por la guerra en curso, no ha hecho al mundo más seguro, sino todo lo contrario. Mucho menos a Ucrania.

Claro que quienes tienen ese poder de negociar no están siendo salpicados con la sangre de rusos y ucranianos sino, por lo contrario, están haciendo su negocio, por lo que tal vez le lleve unas semanas, sino meses, dejar de caer lágrimas de cocodrilo sobre el whisky y ponerse a negociar en serio.

13/03/2022

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
Disputas geopolíticas, alianza ruso germánica, OTAN e invasión à Ucrania

 Luis E. Sabini Fernàndez, 11-3-2022

La invasión de Rusia a Ucrania en este mes de marzo 2022 ha desatado una serie de mecanismos mentales, ideológicos, entre los que no somos protagonistas de semejante situación.

Enumerando: deshistorización sistemática, movida del tablero geopolítico, pensamiento doble (dejemos a un lado el maniqueísmo, por intelectualmente penoso), campañas contra el intervencionismo y un largo etcétera.

 

Personas con antorchas y banderas nacionalistas del partido político ultranacionalista de extrema derecha Svoboda durante un mitin de varios partidos nacionalistas para conmemorar el 112 cumpleaños de Stepan Bandera, en Kiev, Ucrania, en enero de 2021 FOTO: SERGEY DOLZHENKO EFE

DESHISTORIZACIÓN SISTEMÁTICA

El 99 % de los análisis, abordajes, se remonta a lo sumo hasta 2014… al cambio de mano de la península de Crimea, la proclamación de las repúblicas rusoparlantes de Lugansk y Donetsk en la zona del Donbass. Ignorar todo el período soviético (1919-1991) es de una superficialidad o imposible de adoptar.

En tiempos zaristas, con un imperio ensanchándose (en Europa hacia el oeste y en Asia hacia el este), se hablaba de la Madre Rus, o Gran Rus, la Pequeña Rus  o Ucrania y la Rusia Blanca (Bielorrusia). La primera capital imperial fue entonces Kiev.

Hay entonces un denominador común, lo ruso, que es mucho más intenso que el habitual entre naciones distintas o diferenciadas.

A principios del Siglo XX, diversas expresiones políticas ucranianas resistieron el avance bolchevique. Un país muy campesino. Difícil compatibilizar esa realidad campesina y el proyecto proletarista.  Por eso, cuando el nazismo inicia su invasión a la Unión Soviética, en muchas partes de Ucrania no fueron resistidos sino al contrario bienvenidos (allí podría estar el origen histórico de cierta afinidad con la extrema derecha racista en sectores de la población ucraniana).

¿Por qué los nazis podían contar con aliados entre eslavos, siendo su racismo purificador tan hostil ante “razas humanas inferiores” (como suponían la de eslavos)?

El estalinismo produjo estragos en la población, campesina ucraniana. Holodomor. Se estima que millones de ucranianos morían literalmente de hambre mientras los comisarios soviéticos requisaban hasta la última taza de harina, para mayor gloria del proletariado, es decir de ellos mismos y su claque bolchevique.

Saqueados, hambreados, asesinados (si presentaban resistencia a perder su única vaca o la reserva de alimentos para el invierno), los ucranianos sobrevivientes recibieron a los nazis como “salvadores”.

Los nazis, en plena expansión –todavía no habían llegado a Stalingrado y comenzado el principio del fin− pudieron incluso denunciar las fosas colectivas que descubrieron a su paso, que no eran las que ellos todavía no habían empezado a hacer sino las que habían dejado los bolcheviques a su paso con la implantación de la  “colectivización forzosa” de 1929 y las hambrunas de la década del ’30 que constituyeron su herencia, ésa también forzosa.

De esa época viene, sin duda, cierta afinidad de población ucraniana con Lado Derecho, Maidan, Destacamento Azov, con el nazismo o cierto racismo étnico.

Porque en Ucrania se repite lo que ha pasado en tantas y tan diversas sociedades: ante las injusticias más flagrantes, hirientes, surge una rebeldía. Incluso una rebelión. Si ese movimiento, psíquico, de una población, que generalmente encarna en una ideología o política justiciera, igualitarista, de rechazo frontal a los privilegios; lo que se califica generalmente de izquierda, falla, porque se revela lo opuesto a lo que predica, entonces, una próxima oleada de insatisfacción profunda, un nuevo movimiento de rechazo social, no vendrá por el lado del igualitarismo, del democratismo, desde la izquierda, sino desde sus opuestos; movimientos autoritarios, radicales, sí,  pero verticalistas, racistas.

La prédica socialista derivó en la URSS, pero también en Ucrania, a la velocidad del rayo, en “almacenes para bolcheviques” que convertían a estos últimos en los únicos que podían comer regularmente, dada la brutal crisis alimentaria que produjo la propia implantación del “nuevo orden” sumada a la escasez ya tradicional de alimentos que castigaba antes a las capas más desguarnecidas. Y esto significó inmediatamente que los más rápidos, los más oportunistas, también se hicieran bolcheviques trastornando el sentido originario, las aspiraciones iniciales.

Esa historia “interna” de la URSS hay que integrarla, secuencialmente, con la segunda posguerra. De allí, sale EE.UU. como poder omnímodo. Sin embargo, en un primer momento se habla de otro triunfador, también: la URSS. El sistema cuatripartito que se estableció entonces, y se corporizó en la ocupación de Alemania por 4 sectores: EE.UU., Rusia, el Reino Unido y Francia. El R.U., un poco a su pesar (pero no demasiado; reconocía una estirpe) concedía el puesto de mando a su vástago y sucesor; EE. UU.

Francia, en cambio, defendió un europeísmo que resultò inconducente porque Europa había entrado en una dependencia, hasta hoy irreversible, de EE.UU.

La URSS figura entonces como una de las dos superpotencias (durante la mayor parte) del s XX. Convertida en potencia nuclear, la URSS asignará a dos de sus repúblicas constituyentes el armamento nuclear: Rusia y Ucrania.

Con el colapso soviético y el consiguiente ascenso a superpotencia única de EE.UU., todo el andamiaje “internacional” que EE.UU. creara a su servicio, la ONU, como en su momento la Sociedad de las Naciones quiso ser la caja de resonancia de la pax britannica (1919-1946), tuvo a su vez un socio principal inesperado; la URSS.

La ONU (California, 1945, sin fecha de vencimiento por ahora) tuvo así un Consejo de Seguridad o Ejecutivo con aquellos ganadores del teatro europeo; EE.UU., Rusia, Reino Unido y Francia) más China, que era la gran presencia del Este en la flamante red internacional.

China era entonces algo muy distinto a la actual, porque gobernaba un régimen occidentalista, anticomunista. Pero en 1949, ese gobierno pierde el control del 99 % del territorio y queda reducido a la isla de Taiwan e islotes adyacentes, y los “Cuatro Grandes” no tienen más remedio que zurcir el tablero mundial, dejando a Taiwan como China nacionalista fuera del Consejo de Seguridad, incorporando a la cúspide a  la República Popular China, convertido ese Consejo así en quinteto (décadas más tarde, Taiwan, la República de China) será expulsada de la ONU, sumándose así a las naciones parias no reconocidas en la ONU (y siendo entre ellas –la nación saharaui, el Tibet, los abjasios− la de mayor tamaño poblacional, con sus más de 20 millones de habitantes).

Ahora bien, el tablero mundial, zurcido, se vuelve a rasgar con el colapso soviético. Y entonces, aparece una Ucrania independiente (formalmente libre de todo poder extranjero). “Granero de Europa”. Una tierra fertilísima, de las mejores de Europa, 40 millones de habitantes, potencia regional. El ideólogo del eje anglonorteamericano, Samuel Huntington, en sus planes para mantener esa supremacía, señalará a Ucrania (y otras naciones de porte mediano-grande, como Turquía) como naciones “partibles”, fracturables. En el caso ucraniano, el período soviético hizo de esa tierra un oeste favorable a Europa y un este más ligado a Rusia. Pero esta fractura viene de antes de la misma URSS por cuanto a grandes rasgos esas mismas configuraciones caracterizaron los asentamientos católicos al oeste y los ortodoxos, al este.

Sin tener en cuenta esa historia, “nuestro” presente es incomprensible.

09/03/2022

LUIS CASADO
Las consecuencias económicas de la guerra

 Luis Casado, 8-3-2022

"¡Qué la guerra económica es linda!" es el título de un libro del inolvidable Bernad Maris. Guerra económica en la que los soldaditos de plomo somos los pringaos. Las multinacionales cuidan la caja y el lucro. Las grandes potencias dirigen las operaciones militares. Desde ese punto de vista, nada ha cambiado. Las consecuencias para el personal serán atroces, dice Luis Casado.


Si piensas que el título de esta parida fue inspirado por el célebre texto de John Maynard Keynes “Las consecuencias económicas de la paz” (1919) tienes toda la razón.

Keynes no se fue por la ramas, aun cuando sus posiciones no le ganaron amigos ni en el aparato burocrático británico ni entre los numerosos ‘halcones’ partidarios de guerras en las que nunca participan.

Keynes, decidido partidario de la Paz, escribió que el Tratado de Versalles firmado al concluir la I Guerra Mundial (28 junio 1919), no sería sino el fértil terreno del nazismo y el embrión de una nueva guerra. Poco más tarde, la llegada al poder de Adolf Hitler y el estallido de la II Guerra Mundial vinieron a corroborar la certera intuición del gran economista.

Desde luego hubo (hay) opiniones opuestas. Como la de dos economistas franceses, Antoine Parent y Gilles Vergnon, que en el año 2021 se preguntaron “¿Hay que desacralizar al ídolo?” (Revue de l’OFCE, 171, 2021/1).

En su artículo escriben:

“En efecto, revisitamos la lectura canónica y angélica de la obra y la confrontamos, en especial, a una lectura caída en el olvido, la de Étienne Mantoux, que subrayaba en 1946 las aporías y peligros del texto de Keynes. ¿Hace Keynes en The Economic Consequences of Peace (1919) una lectura premonitoria del nazismo o su texto le sirvió a Alemania de pretexto para no pagar el monto de las reparaciones? ¿Keynes (1919) es el vocero del pacifismo o el inspirador de la conciliación y del derrotismo que facilitó el rearme de la Alemania nazi entre-las-dos-guerras?”

Si uno comprende bien, el culpable de la II Guerra Mundial fue John Maynard Keynes, que fue además un pinche traidor a los intereses de la corona británica. ¿Qué hacía James Bond?

(Dicho sea de paso, en 1919 un Canciller socialdemócrata, Friedrich Ebert, aplastó la Revolución de Berlín que le puso fin al Imperio y creó la República, masacrando alegremente el movimiento obrero alemán. Ebert hizo asesinar a sus ex compañeros de partido Karl Liebcknecht y Rosa Luxemburgo. Para ello no utilizó ni la policía ni el ejército: llamó a milicias de extrema derecha que más tarde se convertirían en las temidas Schutzstaffel que tu conoces como SS. Decididamente Antoine Parent y Gilles Vergnon, dos revisionistas de la historia, no la conocen. Los socialdemócratas chilenos tampoco: reciben plata de la Fundación Friedrich Ebert).

La ramplona crítica que Antoine Parent y Gilles Vergnon hacen del texto de Keynes, 102 años después de su publicación, es del tipo “en la medida de lo posible”, y evocan lo que ya escuchamos en Chile: “Esto es lo mejor que se podía lograr”. Su conclusión, escasa de argumentos, es la siguiente:

“Como quiera que sea, a pesar de las críticas que se le pueden hacer, no había prácticamente ningún otro Tratado posible más que el Tratado de Versalles, y este fue de entrada debilitado por la retirada de los EEUU del dispositivo previsto. Y no había derrota ‘aceptable’ en una Alemania en la que no había la sensación de haber sido derrotados. Como escribió la historiadora canadiense Margaret Mc Millan, ‘los negociadores se encontraron confrontados a la realidad, no con lo posible, se encontraron con lo que era, y no con lo que hubiese debido ser’”. (Op. cit.)

Una manera muy elegante de consagrar la repartija colonialista del mundo entero, así como el rechazo arrogante de las exigencias de los líderes del Tercer Mundo que fueron olímpicamente ignorados. Entre ellos había un asiático insignificante, pobremente vestido, calzado con sandalias, que se ganaba la vida en París lavando platos en un restaurant. Nadie lo recibió. Ese pobre tipo regresó a su país, para iniciar una de las más largas guerras de liberación de las que se tenga conocimiento derrotando sucesivamente a Japón, a Francia y a EEUU: el mundo lo conoció como Ho Chi Minh…

Los citados economistas revisionistas mienten. Travestir la Historia es el recurso de quienes no tienen argumentos.

04/03/2022

OSKAR LAFONTAINE
La guerra no es un medio de la política

 Oskar Lafontaine , NachDenkSeiten, 24-2-2022
Traducido por
Miguel Álvarez Sánchez, Tlaxcala

Todo el que quiera la paz debe actuar de acuerdo con esta máxima. Por lo mismo, el ataque de Rusia a Ucrania se debe condenar con la misma firmeza que las otras guerras de agresión que se han librado en los últimos años. No debemos olvidar nunca: Las víctimas de esta guerra no son Putin o Biden, sino los ucranianos y rusos que se ven todos los días en la televisión, muriéndose de hambre o de frío y sin saber a dónde huir. Rusia debe cesar inmediatamente las hostilidades y volver a la mesa de negociaciones. Escribe Oskar Lafontaine

Un manifestante con un cartel diciendo “No a la guerra” [Niet Voinie] es detenido por la policía durante una protesta contra el ataque de Rusia a Ucrania en Moscú, Rusia, el 24 de febrero de 2022 [Denis Kaminev/AP Photo]

A los estados beligerantes no se deben enviar armas. Por lo tanto, es de agradecer que el gobierno federal alemán, a pesar del creciente belicismo, se mantenga a ello. Los que suministran armas a las facciones beligerantes aumentan el sufrimiento del pueblo y prolongan la guerra.

El derecho internacional se aplica a todos. La brutal violación del derecho internacional por parte de Vladimir Putin no puede justificarse aludiendo a las guerras de Estados Unidos y sus aliados que violan el derecho internacional.

Las sanciones no afectan a Putin y sus oligarcas, sino que empeoran la vida de los rusos y ucranianos y de muchas personas de otros países afectadas por la guerra económica, incluida la gente de Alemania con menores ingresos que ya apenas puede pagar sus facturas de combustible y calefacción. Los belicistas de la política y el periodismo pueden hacer frente a la subida de los precios de la energía. Pero mucha gente en Alemania no lo puede. E incluso las decisiones correctas tomadas ayer por el gobierno federal no son suficientes para evitar que muchas personas tengan grandes dificultades para financiar su vida diaria.

Las sanciones revelan la doble moral y la hipocresía de los “valores” occidentales, es decir, de la comunidad de la mentira. Uno estaría tentado de exigir: ahora tenemos que castigar a Putin de la misma manera que castigamos a Clinton, Bush y Obama por sus guerras que violaron el derecho internacional. Ahora debemos castigar a los oligarcas rusos igual que hemos castigado a los oligarcas usamericanos en el pasado por sus guerras por petróleo y gas. Y así sucesivamente. Los que más se indignan ahora son los que han justificado todas las guerras de agresión con millones de muertos del pasado que violaron el derecho internacional.

La primera víctima de la guerra es siempre la verdad. Putin comenzó esta guerra con mentiras al igual que los presidentes usamericanos comenzaron sus guerras con la mentira de Tonkin, la mentira de la incubadora o la mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva.

El fuego de la guerra hay que extinguirlo lo antes posible. Es precisamente ahora cuando se puede demostrar la valía de la verdadera política de paz. Sólo si seguimos la norma ética: “No hagas lo que no quieras lo que te hagan a ti”, tendremos una oportunidad para restablecer la paz.

Al observar la “cobertura de la guerra” en los medios de comunicación, me gustaría escribir en los álbumes de familia de muchos periodistas lo que Stefan Zweig señaló en vísperas de la Primera Guerra Mundial y lo que Gabor Steingart nos recordó recientemente:

“Habían hecho redoblar el tambor del odio con fuerza, hasta penetrar en el oído de los más imparciales y estremecerles el corazón. Casi todos servían obedientemente a la “propaganda de guerra” en Alemania, Francia, Italia, Rusia y Bélgica y, por lo tanto, al delirio y el odio colectivos de la guerra, en vez de combatirla”.

Quienes ahora siembran el odio preparan ya la próxima guerra.